Como antiguo admirador de este cuadro (Fig.1) considerado junto a Las Meninas como las dos obras maestras de la última década de Velázquez me apresure a verlo al día siguiente. Mi desilusión fue enorme y temo que mi disgusto influya en el juicio que puedo hacer sobre la radical medida que ha tomado el departamento de Conservación e Investigación del Museo del Prado que dirige Javier Portús. Lo que vemos ahora es otro cuadro en el que se reduce en parte importante el cortinaje carmesí del lado izquierdo se recorta hasta hacerla casi desaparecer la joven tejedora rubia de la derecha. De 220x289 cm se ha reducido el cuadro a 177x250cm. Los conservadores atribuyen a otros artistas el cosido de cinco costuras que añadieron a la obra original ya en tiempos de su ubicación en el nuevo museo del Prado. Se ha impuesto en mi opinión sin suficiente razón ni explicación el criterio de Javier Portús en el prólogo de los estudios completos sobre Velázquez de Diego Angulo libro publicado por el Centro de Estudios Europa Hispánica en el 2007 y actualizados el libro editado por el Museo del Prado como catálogo de la exposición titulada Metapintura Un viaje a la idea del arte en España 2016 donde ya figuraba un detalle del cuadro en la portada. Frente a la fascinación que parece ofuscar la visión de Angulo y Portús con las difusas figuras de Aragne y Palas y el mito procedente de la Metamorfosis de Ovidio hay que volver a las juiciosas observaciones de clásicos como Justi y Beruete. "Pocos cuadros producen impresión tan intensos de naturalidad como Las Hilanderas". (Justi) .Beruete (citado en el mismo libro por Angulo refiriéndose a Las Hilanderas y Las Meninas se expresa así: son ambos representaciones de la vida diaria interpretada en las forma más verdadera Velázquez los pinto en el mismo sitio, a la manera de una fotografía instantánea... Las Hilanderas representan el interior de uno de estos talleres de la fábrica de tapices que entonces exitista "en la calle de San Isabel". No quiero dejar de mencionar a Jonathan Brown que también ha resaltado el elemento mitológico que se mezcla con el realista del título que se impone tanto a la observación del cuadro como la interpretación del mismo. Portús desliza el calificativo de escena costumbrista la del primer plano. Yo más bien creo que la intensión de Velázquez al pintar este gran cuadro era reconocer como aposentador que era la labor callada de estas operarias que el conocía ya que figura entre sus obligaciones el pagar los salarios de las mismas.
Sabemos que Diego Ángulo tuvo una verdadera obsesión con este cuadro y con el primer poseedor del mismo. Cuando apareció el título que lo relaciona con el mito de la fábula de Aracne. Pero a pesar de ser Director del Museo del Prado nunca se decidió a intervenir tan drásticamente como se ha hecho ahora. Carl Justi ni Beruete ni Lafuente Ferrari y el propio Jonathan Brown que también incidió en el significado mitológico que choca con el pretendido naturalismo del artista sevillano. Para mí, el cuadro sigue siendo lo que el título antiguo indica: un homenaje al trabajo de las hilanderas. Un cuadro en el que se resumen las dos actividades de Velázquez en el Palacio Real: pintor de cámara y aposentador. Naturalmente el cuadro que están encargando las señoras del segundo plano es una obra muy querida por Velázquez que así de paso homenajea a Rubens.
Como curiosidad aporto una ilustración procedente del popular libro francés La Peinture Espagnole par Paul Lefort París -1893 con el título de la obra en francés: Velazquez, les Fileuses, interieur de la fabrique de tapisseries de Santa Isabel.( Musee du Prado)
2.
Las nuevas Hilanderas. Ortega y Gasset no lo hubiera aprobado
Al comprobar in situ que el gran cuadro de Velázquez llamado Las Hilanderas
por decisión de la actual dirección ha sido reducido de tamaño a los lados y en la parte superior ocultándose áreas
extensas de pintura del famoso cuadro tal y como lo han conocido y admirado
generaciones de aficionados al arte y autores desde la apertura del Museo del
Prado en el siglo XIX quise consultar si Ortega y Gasset conocía el asunto pues
me sonaba que nuestro gran pensador se había involucrado en la polémica
suscitada desde el artículo de Maria Luisa Caturla aparecido en la revista
Archivo Español de Arte (21, 1948) sobre el inventario del coleccionista Pedro de Arce amigo del pintor y primer
poseedor de Las Hilanderas de Velázquez. Aquí se llamaba al cuadro “La Fábula
de Aracne” . Javier Portús conservador jefe de Pintura española hasta Goya ya se había
pronunciado en favor de la interpretación del cuadro como mitológico y prescindir de los añadidos detectados (catálogo
de la exposición Metapintura 2016 y antes) . En efecto Ortega (Madrid
1883-1955) conoció el artículo de la Caturla y también el copioso desarrollo
posterior de Angulo en Archivo E. de A.. En el librito Velázquez de la
colección Austral de Espasa Calpe (primera edición 1963, tercera 1983 que es la
que tengo yo) pronto descubrí que Ortega
consideraba Las Hilanderas como la cima en la obra de Velázquez y junto a Las
Lanzas y Las Meninas el trio de sus obras maestras. Su respuesta es clara y
terminante. Sobre el doctor Arce dice que debía ser un gran
aficionado al arte y devoto coleccionista de cuadros, pero esto no explica de
ninguna manera que Velázquez pintase para él obra de
tanto empeño. En el inventario aparece con el título de Minerva y
Aragne. Sin embargo, las medidas no coinciden con las del cuadro que llamamos
Las Hilanderas ni siquiera acudiendo al recurso, con tanta ligereza y
frecuencia empleados de suponer que le fueran agregadas tres franjas de lienzo,
arriba y a los lados. No es verosímil que Velázquez acomodase en la
breve área de lienzo que así quedaba tantas figuras cinco de ellas nada
escasas de tamaño. ¡Y concluye Ortega iracundo! Sobre todo, es
inconcebible que el escenario luminoso del fondo no hubiera desde luego poseído
su medio punto. Desde mi modesta pero sincera admiración por Velázquez pido
una seria reconsideración de la decisión tomada aunque no dudo de la buena
voluntad de la dirección del Prado. 11/09/2021
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